A lo largo de la historia del pensamiento y en las tradiciones iniciáticas como la masonería, la dicotomía “ser” y “parecer” ha ocupado un lugar central, invitándonos a reflexionar sobre la diferencia entre la esencia interna y la imagen externa.
Esta reflexión no solo se dirige a la búsqueda ontológica de la autenticidad, sino también a los riesgos y responsabilidades inherentes a los símbolos y cargos que, en un entorno esotérico, deben ser entendidos como herramientas de autoconocimiento y compromiso ético.
- Reflexiones Filosóficas sobre “Ser o Parecer”
En la Filosofía Antigua y Clásica
- Platón y la Alegoría de la Cueva:
Platón ya distinguía entre la verdadera realidad —el mundo de las Ideas— y las apariencias engañosas del mundo sensible. La Alegoría de la Cueva ilustra el proceso de transitación del mero “parecer” hacia la consecución de un “ser” auténtico a través del conocimiento y la razón. - Heráclito y el Fluir de la Existencia:
La noción de que “todo fluye” nos recuerda que la realidad es dinámica. En este sentido, el “ser” se encuentra en constante transformación, mientras las apariencias pueden ser momentos reveladores de esa misma evolución.
En la Filosofía Moderna y Contemporánea. - Existencialismo y Autenticidad:
Autores como Jean-Paul Sartre y Martin Heidegger subrayan la importancia de que el individuo asuma la responsabilidad de su existencia. La autenticidad consiste en integrar la experiencia del “parecer” —la proyección de nuestros logros y compromisos ante el mundo— con el “ser” interno, evitando que el primero se convierta en una máscara despojada de contenido. - Nietzsche y la Crítica a la Hipocresía:
Friedrich Nietzsche denuncia la tendencia a sobrevalorar el reconocimiento
externo. Sin embargo, no se trata de descartar el “parecer”, sino de entenderlo como un complemento del “ser”: la imagen exterior idealizada debe estar íntimamente conectada con la transformación interna y el ejercicio de la autenticidad.
- El Contexto Masónico:
Símbolos, Títulos y el Compromiso Interno,
La Simbología y el Trabajo Interior.
- La Piedra Bruta y su Transformación:
La masonería utiliza la metáfora de la piedra bruta para ilustrar el proceso de autoconstrucción. Cada iniciado es llamado a trabajar en sí mismo, transformando sus imperfecciones en una pieza refinada; un viaje que compagina el “ser” con el “parecer” correcto. Es decir, la imagen que se proyecta debe ser el reflejo verdadero del trabajo interior. - La Búsqueda de la Luz:
La “luz” en los rituales masónicos simboliza el conocimiento y la verdad. Este símbolo es un recordatorio permanente de que, aunque es importante parecer virtuoso ante los demás, ese “parecer” debe emanar de un profundo compromiso interno con la sabiduría y la transformación personal.
Riesgos de la Tentación del “Parecer” en los Símbolos y Cargos. - El Peligro de la Superficialidad:
Los títulos y cargos simbólicos, en principio, son reconocimientos que apuntan al compromiso ético y al servicio. Sin embargo, pueden provocar la seducción de verse valorados únicamente por la imagen externa, cayendo en la tentación de privilegiar el “parecer” en detrimento del “ser”. - Responsabilidad y Compromiso vs. Privilegio y Reconocimiento:
Si bien alcanzar un título o cargo puede ser gratificante y motivador, es
fundamental recordar que lo ideal es que el “parecer” —la imagen de honor y estatus— se complemente y sustente en un “ser” sólido. Así, cada símbolo se convierte en un recordatorio del compromiso personal y social, orientando al iniciado a ejercer humildad y autocrítica para evitar la complacencia. - Integrando “Ser” y “Parecer”:
La mejor práctica consiste en entender que lo ideal es poder parecer virtuosos y comprometidos, pero siempre sin desvincularlo del verdadero ser interior. La imagen externa debe ser una manifestación natural del trabajo interno, y viceversa, este trabajo debe reflejarse en la conducta y en los símbolos que se ostentan, fusionándolos en una coherencia ética y existencial.
- Integración y Síntesis de Pensamiento
Tanto la filosofía como la masonería nos invitan a vivir una experiencia en la que “ser” y “parecer” se complementen en armonía:
- Transitar del Exterior al Interior:
La búsqueda de autenticidad implica que nuestro “parecer” sea siempre un reflejo genuino de nuestro “ser”. No se trata de renunciar a la imagen ni al reconocimiento externo, sino de evitar que estos se conviertan en fines autónomos, sin sustento en una transformación interna continua. - Compromiso Ético Integral:
En este sentido, cada símbolo, título o cargo debe recordarnos que el compromiso con la verdad y la integridad es ineludible. La imagen que presentamos al mundo debe ser el complemento natural de la autenticidad interior, integrando el reconocimiento social con una profunda responsabilidad personal. - La Armonía entre Imagen y Esencia:
La verdadera madurez se alcanza cuando se aprende a equilibrar el “parecer” con el “ser”. De este modo, el privilegio del reconocimiento se transforma en una motivación para continuar profundizando en el autoconocimiento y en el perfeccionamiento personal, construyendo puentes entre el mundo interior y la proyección exterior de nuestros valores.
Conclusión
La combinación de la reflexión filosófica y las enseñanzas masónicas refuerza la idea de que “ser” auténtico es la base, pero el “parecer” adecuado es su complemento necesario, siempre que se funda en la integridad y la ética personal.
Los símbolos y cargos, lejos de ser simples adornos de estatus, deben ser entendidos como incentivos para trabajar en uno mismo, recordando al iniciado que el verdadero progreso se manifiesta cuando lo que se muestra al mundo es el reflejo de un compromiso genuino con la verdad y el bienestar común.
En resumen, lo ideal es poder parecer en la medida que ese “parecer” sea una revelación del “ser” interior, en una alianza inseparable que refuerce la autenticidad en cada acción.
ES CUANTO
Antonio Olivares Guijarro M.·. M.·.
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